Saturday, March 26, 2011

Las Falacias

Me ha tocado ya muchas veces entablar discusiones con distintas personas, y es impresionante como usamos este tipo de argumentos una y otra vez. Tal vez sabiendo un poco más de ellas logramos dar opiniones con más peso... o al menos descubramos cuando los políticos nos están vendiendo culebras...


Las falacias lingüísticas.

La equivocación. Supone un término que es ambiguo o equívoco dentro de un razonamiento o inferencia. Estas pueden estar correctas desde un punto de vista formal o lógico, sin embargo, el argumento o inferencia resulta falaz por este medio. Por ejemplo, Todos los cisnes graznan. El Cisne está en Orión. Por lo tanto, Orión grazna. Es un Barbara, pero aunque correcto la falacia se produce porque ‘cisne’ se refiere al animal en la premisa mayor y a la constelación en la menor. Otro ejemplo: el fin de una cosa es su perfección. La muerte es el fin de la vida. Luego, la muerte es una perfección. Aquí la palabra ‘fin’ es la ambigua, pues se refiere a la perfección o finalidad específica de las cosas en la premisa mayor y al término temporal en la menor. Importa notar que las palabras que son muy generales son necesariamente ambiguas. En efecto, se dicen de muchas maneras y es necesario especificar y precisar su significado.

La anfibología. Esta falacia tiene que ver con la imprecisión gramatical de las frases o proposiciones. Una premisa o proposición anfibológica también provoca confusión, equivocación y puede ser fuente de falacias. Por ejemplo, decir ‘Si Creso emprende la guerra destruirá un imperio poderoso’ – no se precisa si se trata de su propio imperio o el de su enemigo. O bien: ‘x es igual a dos veces 4 más 3’. Es una construcción anfibológica porque un resultado es 11 y el otro es 14.

El énfasis. El énfasis o registro de voz y entonación con que se lee una palabra o frase puede ser fuente de falacias. Por ejemplo, si se dice: ‘hay que devolver el dinero a los amigos’ y ‘hay que devolver el dinero a los amigos’. En la segunda expresión está enfatizado ‘amigos’. Por el sólo énfasis la significación de las expresiones es distinta. En el primer caso aceptamos que hay devolver el dinero a los amigos y no se excluye que también a aquellos que no son amigos nuestros. En el segundo caso se excluye que haya que devolver el dinero a los que no son amigos nuestros.

La composición. Hay tal falacia si lo que se dice de las partes se quiere llevar al todo. Por ejemplo, si las partes de una máquina son livianas, entonces la máquina misma es liviana. El consecuente, en efecto, no se sigue necesariamente. O bien, si las partes son baratas, la totalidad no tiene por qué serlo también.
La división. Hay tal falacia si lo que se dice del todo se quiere llevar a las partes. Por ejemplo, si los roedores son numerosos, entonces algunos (o estos) roedores son numerosos. O bien, si una empresa es eficiente, entonces sus operarios son eficientes. O bien, si el bosque da una sombra espesa, entonces este árbol da una sombra espesa.

Falacias no-lingüísticas.

La causa accidental. Si alguien ve que una relación entre dos cosas se da con regularidad, puede inferir que las dos cosas están causalmente relacionadas. Por ejemplo, la religión y la riqueza de los individuos en un determinado país. Tal ciudadano es rico porque pertenece a tal religión. 

La generalización apresurada. Se produce al tomar un rasgo accidental como si fuera universal o esencial al sujeto. Por ejemplo, puede ser que alguien vea algunos leones ser mansos, y creyera que la mansedumbre es una propiedad esencial de estos animales (de modo que se forma la opinión de que todos son mansos). O bien, alguien baja de un avión y ve a dos policías aceptando sobornos y dice, la policía de este país es corrupta.

La ignorantia elenchi o desentendimiento de lo que se argumenta. Si en una discusión recurrimos a una premisa totalmente irrelevante a lo que se está discutiendo, entonces se produce esta falacia. Tiene muchas especies. Las más conocidas son:

Ad hominem: acreditar o desacreditar al hombre o persona que emite o sostiene el argumento. Ud. no debería hablar sobre la supresión de la realeza inglesa porque no es inglés. Y al contrario, ya que lo dijo el Duque de Windsor su opinión es más válida (pues puede ser mala su opinión).

Ad baculum: si se apela a la fuerza. Típico de la política y lobby. Por ejemplo, algo es verdadero solamente porque lo dice aquel que detenta el poder o lo tiene. Supongamos, lo mejor es jugar en alineación 4-4-2, tal como dice el entrenador, porque si objeto que esta alineación es débil, el entrenador me puede expulsar del equipo o dejar en la banca de suplentes.

Ad populum. Apelar al pueblo o a la opinión de la mayoría para que se decida un debate.  Por ejemplo, “¿Es este hombre injusto? –Sí, responde el pueblo. Luego, es injusto.”

Ad verecundiam. Tal falacia supone que por ser uno de los que argumentan famoso en un sentido su juicio es válido en otros campos. Por ejemplo, lo dijo Einstein, luego tiene que ser así (¿y de que hablaba Einstein? De religión). Ocurre cuando el emisor traspasa el ámbito de acción donde tiene una reputación bien lograda. Un jugador de fútbol famoso hablando de arte o moral y pretendiendo que porque es famoso en su campo puede llegar a serlo en otro ámbito.

Ad auctoritatem.  Tal falacia ocurrirá si uno se refiere, en vez de a las premisas del argumento en cuestión- a la autoridad del que lo dice. Por ejemplo, si lo dijo el rey tiene que ser así. O si alguien dice que lo que dice él es verdadero porque eso fue lo que dijo Aristóteles (o sea, una autoridad). No obstante esto, en el ámbito de la fe, lo que dicen los apóstoles, los padres apostólicos, los padres de la Iglesia se considera verdadero por el solo hecho de haberlo dicho ello, ya que en materia de fe ello es todo a lo que podemos apelar.  

Petitio principii o razonamiento circular. Consiste en pasar al consecuente o al definiens lo que se quiere probar o definir. Por ejemplo, quien ha estudiado leyes hasta su más alto grado es un brillante abogado, porque un brillante abogado es aquel que ha estudiado leyes hasta su más alto grado. Otro el alma es inmortal porque nunca muere.

La afirmación del consecuente y la negación del antecedente son falacias que se pueden considerar formales, pues son aberraciones de dos reglas de deducción (el modus ponens y el modus tollens). La afirmación del consecuente. Si Bacon escribió Hamlet, entonces era un gran escrito. Pero él era un gran escrito. Luego, él escribió Hamlet. La negación del consecuente. Si Bacon escribió Hamlet, entonces era un gran escritor. Pero Bacon no escribió Hamlet. Por tanto, Bacon no era un gran escritor.

La pregunta compleja. Si se pide una respuesta simple a una pregunta compleja se procede falaciosamente. Por ejemplo, ¿Venían Pedro, María y Miguel en el auto aquel día? Responda sí o no. En este caso tanto ‘sí’ como ‘no’ es ambiguo, pues puede implicar que venían juntos o que basta que viniera (o no viniera) uno de ellos. 

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