Claramente
llevamos años luchando como la pobreza y otros males y no hemos logrado
hacerlos desaparecer. Resulta evidente entonces que la pobreza no es una
montaña que escalar y que solo seguir adelante nos llevará, tarde o temprano a
la cúspide. Por el contrario, la pobreza es más como un virus, algo que podemos
combatir pero que mientras tanto se reproduce, haciendo que
erradicarlo sea mucho más difícil. Puede sonar obvio, pero a pesar de una
crianza llena de análisis social y activismo es primera vez que entiendo las
cosas desde esta perspectiva. Una perspectiva que engendra nuevas preguntas.
Pensar en la pobreza como un virus nos hace cambiar el foco desde tratar los
síntomas (donar ropa, construir casas, etc.) hacia a erradicar la enfermedad
misma.
En este
sentido, es importante comprender las causas y mecanismos que hacen que la
pobreza perdure a pesar de todos nuestros esfuerzos. Partamos por definir la
pobreza como un tema de recursos, de no tener acceso a las cosas que se
necesitan. Partamos también por definir el problema desde el punto de vista del
sufrimiento humano, de garantizar a todos la oportunidad de alcanzar la
felicidad. Ojo que bajo esta perspectiva puede haber pobres con plata, por así
decirlo. De hecho, la mera palabra "bienes" proviene de lo que
esperamos obtener de ellos, pero no necesariamente lo que realmente obtenemos.
Uniendo
estas perspectivas las preguntas finales que quiero responderme son ¿Cuáles
son las causas de fondo que generan NUEVA pobreza? y ¿Cómo
generar, repartir y cuidar los bienes necesarios para optimizar la felicidad
humana?
Con estas
dos preguntas en mente, las próximas secciones detallan los factores que
influyen en la generación, la distribución y el cuidado de la riqueza, tanto a
favor como en contra. La idea es poder armar una película más bien completa de
porqué la pobreza (como falta de riqueza), persiste.
1. Generando Riqueza
Productividad
& tecnología
El problema
de generar bienes es algo que la economía maneja bien, tal vez demasiado bien.
Los avances tecnológicos han sido una y otra vez fuentes de enormes beneficios
y prosperidad. Dicho desarrollo ha permitido esquivar muchas de las catástrofes
predichas en el pasado y cambiarlos en muchas sociedades por niveles de
bienestar sin precedentes. El crecimiento exponencial en la ciencia y la
tecnología han provenido de la aplicación rigurosa de la razón y del método
científico, así como de una explosión comunicacional global, que ha permitido
transmitir ideas mejor que nunca antes en la historia.
A pesar de
estas buenas noticias, es importante no sentarse en los laureles y confiar que
la ciencia va a siempre solucionar todos nuestros problemas. Hay quienes ponen
una fe casi religiosa en que va a haber crecimiento solo por el hecho de que
las consecuencias si este no ocurre son difíciles de masticar. La terminología
inglesa para este fenómeno me encanta: "wishful thinking", es decir,
creer en lo que nos gustaría en vez de en lo real. En efecto, el futuro de la
ciencia es siempre incierto. Ha habido periodos de regresión en la historia y
ha habido estancamiento. Obviamente dudo que aparezca una forma tanto más
eficiente de compartir o generar ideas que produzca otra explosión. Tampoco veo
súbitas invenciones como la electricidad, el motor a combustión, etc. Hoy la
vara está alta y el desarrollo es más incremental. Tal vez nuevas fronteras
como la robótica o la genética nos den otro fuerte empujón, pero ello es
imposible de predecir y estúpido de asumir.
El
lema del rendimiento decreciente
Tampoco
podemos predecir que nuestros procesos productivos van a poder escalar
infinitamente. Existen sin duda formas de crear economías de escala, pero
existe también la llamada ley de los rendimientos decrecientes. Es decir, si
lograr un objetivo pequeño cuesta $1, lograr un objetivo el doble de grande no
cuesta $2, cuesta más. Es fácil, por ejemplo, construir una casa de dos pisos,
pero un edificio de 100 pisos no cuesta lo mismo ni es igual de trivial que
cincuenta casas. Por el contrario, deben aplicarse complicados diseños y
cálculos, así como materiales y procesos avanzados para lograrlo. Otro ejemplo
es el petróleo, que inicialmente bastaba hacer un hoyo de poca profundidad para
extraerlo de alta calidad, pero a medida que se acaban los yacimientos fáciles
hemos de movernos a plataformas flotantes o, últimamente, "Petróleo de
esquistos bituminosos". Existen, en efecto importantes límites y
consideraciones a la idea de que la productividad vaya siempre a seguir
creciendo al ritmo que nos gustaría que creciera.
Recursos
Otro límite
importante a la cantidad de bienes que podemos producir son los recursos
naturales. Tanto los no renovables (metales, petróleo, etc.) como los
renovables (vegetales, animales, oxígeno, etc.) distan de ser infinitos. Estos
son limites duros, impuestos no por nuestra creatividad, nuestra sociedad u
otra fuente intrínsecamente humana, sino por la realidad misma. Nuestro desafío
está en lograr el bienestar humano sin sobrepasar estos límites.
Algunos
dirán sin embargo, que si son límites, entonces por naturaleza es imposible
sobrepasarlos y las cosas se balancean por si solas. Esta forma de pensar es
engañosa. En primer lugar, es cierto que al toparnos con límites duros se debe
forzosamente alcanzar un equilibrio, las leyes de la física no van a doblarse
si pedimos por favor. El problema es que a la realidad le es indiferente el ser
humano, por lo que el equilibrio obtenido puede ser uno en que el ser humano se
extingue o uno en que sobrevive en la miseria. Es tarea de nosotros definir qué
tipo de equilibrio queremos y luchar por obtenerlo.
Tampoco es
imposible vivir por sobre estos límites, al menos por un tiempo limitado.
Podemos pensar en nuestros recursos como si se tratara de en una herencia en
dinero, que nos permitiera vivir de los intereses. Otra opción sería tirar la
moderación por la ventana y darnos la buena vida, quemando nuestra herencia en
lujos y placeres, pero ¿luego qué? Las consecuencias de nuestra falta de visión
a largo plazo no tardarían en hacerse evidentes, pero demasiado tarde para
revertir nuestra forma de pensar. Los recursos de este planeta pueden verse
como dicha cuenta bancaria, podemos vivir indefinidamente de nuestro ecosistema
si vivimos gastando menos de lo que este es capaz de producir. También podemos
sobreexplotar el ecosistema y comernos poco a poco nuestro capital, hasta que
nos demos cuenta de que la cuenta está casi en 0 y de que de pronto no hay
suficiente para vivir dignamente. Lamentablemente, parecemos haber tomado la
segunda alternativa.
2. Repartiendo la Riqueza
Per
cápita
Lo primero
que hemos de abordar al pensar en repartir bienes es ¿entre cuantos hay que
hacer la repartición? Históricamente esto no ha sido un problema, puesto que en
general el ser más era sinónimo de producir más, por lo que si cada cual produce
el equivalente a lo que consume las cosas debieran equilibrarse. Esta puede
haber sido la realidad histórica y hay muchos que aun piensan de esta forma,
pero lamentablemente la realidad actual no es tan simple.
Y es que hay
cosas que simplemente no podemos producir. No podemos generar más oxígeno en la
atmósfera ni podemos generar más terreno en que construir nuestras casas. Hoy el
planeta está lleno, verdaderamente lleno. En época de mis abuelos o bisabuelos
uno podía en muchos lugares del mundo encontrar literalmente "tierra de
nadie" y volverse el legítimo dueño tan solo con levantar una casa y
ponerse a vivir en ella, contentamente explotando sus recursos. Hoy,
evidentemente, no es así.
En el
fondo, hoy nos estamos topando con los límites antes mencionados y con los
rendimientos decrecientes. Cada nueva persona a la que queremos asegurar la
felicidad requiere un lugar en que vivir, cosas para comer, capacidad de
movilizarse y viajar, agua que tomar, energía para protegerse del clima o tan
solo para entretenerse. Cada nueva persona que agregamos pone un peso adicional
sobre nuestra espalda comunitaria que debemos cargar.
El ejemplo
de Etiopía es interesante. Hace ya 30 años Etiopía ha tenido extrema pobreza,
algo que la comunidad internacional ha intentado solucionar con mucha fuerza. Pero
pese a todos los esfuerzos, las cosas no han mejorado en nada. Los mismos niños
negritos con guata abultada y moscas en el pelo aparecen en los documentales,
mientras muchos no comprenden como podemos tolerar que ello ocurra. No hemos tolerado nada, la verdad, se han hecho
esfuerzos enormes, pero en estos 30 años la población de Etiopía ha ido, en
gran parte gracias a los recursos adicionales otorgados por la comunidad internacional,
desde 33.5 millones a 86.5 millones, es decir, dos veces y media lo que era
antes. En vez de ser cada etíope dos veces y media más rico (lo cual es
conservador, el desarrollo normalmente es base para más desarrollo), siguen
igual. De hecho, están peor, dado que terreno que antes era de cultivo hoy se
debe dedicar a vivienda, a que no hay suficiente agua en el suelo para hombre y
animales, haciendo que los posos se estén secando y la tierra desertificando. África
en general paso de ser un exportador de alimentos a un importador. Como ven, lo
bueno genera un círculo virtuoso, lo malo genera un círculo vicioso, todas las
cosas están relacionadas entre sí.
Tampoco es
evidente que cada nueva persona pueda contribuir su parte, proporcionalmente, a
la sociedad mundial. Nos guste o no, hay decenas de motivos por lo que
contribuir, aun teniendo la mejor de las intenciones, puede ser imposible. Me
refiero a temas tan variados como el desempleo, la edad avanzada o simplemente
gente discapacitada por una razón u otra. Nótese que no estoy entrando siquiera
a mencionar a aquellos que, aunque activos, no generan verdadero bienestar,
como delincuentes, soldados, etc.
Al final,
si estamos hablando de cómo distribuir el bienestar, entre cuantos hay que
distribuirlo es un factor crucial. Sobre todo porque la búsqueda de la
felicidad humana no es un juego de suma cero. Es infinitamente preferible tener
una persona feliz que tres personas infelices, a pesar de que el consumo de
bienes sea el mismo. Si felicidad es lo que queremos lograr, lo primero es un
punto a favor, mientras que lo segundo son tres en contra. En efecto, que haya
tres personas en el mundo en vez de una no parece tener ningún valor intrínseco.
Hay muchos,
entre los que me incluyo, que racionalmente han llegado a la conclusión de que
una disminución global de la población puede ser una excelente idea. Es curioso
que otros hablen de un decrecimiento de población como si del apocalipsis se
tratara e indica sin duda que los indicadores que usamos para tomar decisiones
no son los indicados. De cualquier forma, el control de población es una de las
medidas más eficaces de disminuir la pobreza. Se estima que invertir $1 en
fomentar la planificación familiar (http://www.gatesfoundation.org/What-We-Do/Global-Development/Family-Planning)
tiene un retorno social de $7, es decir, podemos multiplicar la inversión
varias veces, mejor aún, esto sin consecuencias negativas a largo plazo, como
en la historia de Etiopía.
La ciencia
nos dice que hay una importante correlación entre un tamaño familiar reducido,
un buen nivel educacional y una buena calidad de vida. Dejo a ustedes determinar
cuál de ellos es causa y cual efecto, pero debiera estar claro para dónde
debiéramos ir.
La desigualdad
Independientemente
de entre cuanta gente se vayan a distribuir los recursos, es claro que la
distribución nunca es pareja. Existe hoy en día una enorme desigualdad en
muchos países, así como también mucha desigualdad ENTRE países. La desigualdad
mundial, es decir, ambos factores compuestos, es simplemente espeluznante. Y es
que el presupuesto anual familiar, para gente que en verdad se esfuerza y debe
mantener a sus familias, puede ir desde
alrededor de 456 dólares hasta alrededor de 1.500.000.000 dólares. Para
poner esto en perspectiva, una sola persona podría alimentar a 3.289.473,6
familias. Pensando conservadoramente en 5 personas por familia, estamos
hablando de una sola persona, equivalente en sueldo a la cantidad de personas
en un país como, incidentalmente, Chile (16 millones). No se cómo ponerlo en
otras palabras, pero es imposible poner números como estos en perspectiva…
Nótese que
hable de desigualdad en términos de renta anual, no de riqueza acumulada, de lo
contrario, la película sería aún peor, mucho peor. Como si esto fuera poco, la
desigual, lejos de ir desapareciendo, va en raudo aumento. Ya sea debido a que
el que tiene plata para invertir es el que recibe los beneficios de la
inversión o a que la automatización y la globalización han permitido generar
negocios que venden a muchos y reparten entre muy pocos, la película en este sentido
es más negra que boca de lobo… de noche... sin luna.
¿Importa en
verdad que otros tengan más? Yo y gran parte de mi círculo de conocidos vivimos
consideramos que vivimos bien pero no lujosamente, sin embargo, los números
dicen que estamos dentro de los ricos, de hecho, dentro del 1% al 5% más ricos
a nivel mundial (http://www.givingwhatwecan.org/why-give/how-rich-am-i), ajustado por poder de compra, dependiendo de la
cantidad de hijos u otros dependientes. Poco podemos criticar entonces o tal
vez no nos convenga hablar del tema, puesto que más redistribución nos dejaría
con menos. Sin embargo, aquí es donde entran en juego las retroalimentaciones
positivas y negativas (o círculos virtuosos y viciosos), puesto que está
demostrado que en las sociedades más igualitarias no solo los más pobres están
mejor, TODOS están mejor (http://www.ted.com/talks/richard_wilkinson.html).
Al mejorar las garantías de salud, educación y otros disminuyen las
inseguridades y miedos, decrece la corrupción, nuestras democracias se vuelven
más efectivas, disminuye la violencia y la drogadicción y un largo, largo etcétera.
Lo opuesto también es verdad, hasta el punto que los niveles actuales de
desigualdad en USA, China y otros países, por sobre el 0.5, son considerados
por agencias de gobierno como bordeando una revolución civil.
Sin duda no
queremos que todos tengan o ganen lo mismo, sabemos que el comunismo no
funciona y que no provee los incentivos adecuados para el progreso, pero
tampoco nos sirve pasarnos al otro extremo (http://www.upworthy.com/9-out-of-10-americans-are-completely-wrong-about-this-mind-blowing-fact-2).
Algunos (seguidores de Ayn Rand tal vez) dirán que lo que el rico ha ganado es
por su esfuerzo y que los pobres son flojos o carecen de talento, pero este
argumento simplemente no se sostiene. En primer lugar las circunstancias son
tan importantes como el esfuerzo o el talento. Dudo que hasta Steve Jobs (el
ejemplo típico) hubiera tenido ni un ápice del impacto si hubiera nacido en
Etiopía. Nadie elige dónde nacer.
En segundo
lugar, aún en USA dudo que hubiera sido exitoso si hubiera tenido que
preocuparse de cultivar su propia comida y construir su propia casa. Ningún
hombre es una isla y aquellos que surgen por sobre otros lo hacen porque se
apoyan en otros, en empleados, servicios, gobierno o en la sociedad misma,
muchas veces sin retribuir proporcionalmente. Los que tienes más tienen más por
una mezcla de oportunidades, azar, esfuerzo y talento, propios y también
ajenos. Al final, son dos los argumentos en pro de una sociedad igualitaria: conveniencia
y justicia.
Caridad
Otro tema
importante al hablar de cómo distribuir el bienestar es el rol de la caridad y
el altruismo. El problema con la caridad es que está llena de malentendidos.
Odio cuando la gente estira la mano para recibir ayuda cuando no están
dispuestos a ayudarse a ellos mismos, ¡la caridad no es un derecho!
Muchos
dudan de que la plata donada sea gastada en forma responsable y/o eficiente. De
hecho, hay estudios que indican que si de la vida humana a nivel mundial se
trata, algunas instituciones pueden ser hasta 1000 veces más eficientes que
otras en tener un impacto real. ¡Mil veces! Por suerte, están surgiendo
meta-caridades (http://www.givewell.org, http://home.centreforeffectivealtruism.org/),
empresas que se dedican a monitorear otras instituciones caritativas y
descubrir cuáles son las mejores para invertir, tanto en términos de sus efectos
positivos como en términos de potenciales impactos negativos.
El
principal problema de la caridad, sin embargo, es que es un parche. Debiera ser
usada como excepción en vez de como norma, pues de lo contrario no solo es
evidencia de problemas sociales de fondo, sino que puede causar que dichos
problemas perduren. Ejemplos como el de Etiopía, u otros gobiernos africanos
que se han vuelto 100% dependientes de la ayuda extranjera, deben evitarse a
toda costa. La caridad es un tema más difícil de lo que pensaba y aun no
encuentro soluciones que me convenzan completamente (y pretendo buscarlas).
A final de
cuentas diría que la principal razón para que no seamos más caritativos es
nuestra imposibilidad de pensar en todo, de darle a nuestras vidas un alcance
global cuando somos solo individuos. Somos en generales caritativos y
bienintencionados con los que nos rodean, pero no vamos a buscar problemas más
allá. Al mismo tiempo, muchas veces es la inseguridad la que nos detiene.
¿Puedo gastar en otros cuando no se si voy a tener suficiente para jubilarme,
para educar a mis hijos o para combatir una posible enfermedad?
Son
posturas válidas, reales y muy humanas. Por suerte leí que puede resultar
igualmente efectivo donar ahora mismo que invertir uno la plata, dejar que
crezca y donarla en el futuro. Argumentos hay a favor y en contra, pero la
gente que sabe del tema no ha llegado a un consenso único y eso es indicativo
de que ambas ideas son válidas. Tiene para mí todo el sentido del mundo ahorrar
y, una vez que dejamos este mundo y no nos quedan más preocupaciones futuras,
donar lo que al final no nos fue necesario. Lo importante de esta idea es que
la plata sea efectivamente ahorrada y no derrochada en el intertanto. Es
probable que en el tiempo se acumule un buen monto y si no podemos resistir la
tentación de tomar esa plata y gastarla en un auto de lujo, una casa enorme o
el último chiche tecnológico más vale donar la plata al tiro. Si los
millonarios pueden hacerlo (http://en.wikipedia.org/wiki/The_Giving_Pledge)
nosotros también y si nuestros hijos están bien establecidos donar a una buena
causa puede ser una mejor manera de heredarles un mundo mejor que simplemente
dejándoles la plata.
Al final,
es un tema de vocación y de fuerza de voluntad. Requiere dejar de lado la
ostentación y el consumismo al que la sociedad nos presiona constantemente y
aprender a vivir en forma humilde sin que ello dependa necesariamente de cuánta
plata esté disponible para gastar. Déjenme decirles por experiencia propia que
no es fácil, si un cura pronuncia un voto de pobreza todos lo van a encontrar
loable, pero que un tipo normal decida vivir humildemente o conservadoramente es
impensable en Chile. Lo sé porque hasta el día de hoy gran parte de mi familia
y amigos me consideran un cagado, parece haber una cierta expectativa de que
hay que vivir al filo de que tu sueldo permita (y más bien pasado para el lado
de la deuda) que nunca he logrado entender. Por mi parte, si bien me doy un
lujito de vez en cuando, mis ideas de en qué es razonable gastar la plata no
cambian porque me suban el sueldo y siguen siendo más o menos las mismas que
eran cuando estaba en la universidad.
3. Cuidando la Riqueza
El desastre ecológico
Hemos
hablado de producción y de consumo, así como de recursos y límites pero poco
hemos comentado de dónde nos encontramos exactamente ahora parados como
humanidad. La verdad es dura y no va a gustarles: estamos parados al borde del
precipicio. Fuentes he encontrado miles y diversas, pero la forma humana,
realista pero a la vez esperanzada en esta charla es la que más me gusta: http://www.ted.com/talks/paul_gilding_the_earth_is_full.html.
Haciendo un
resumen, tanto las personas individualmente como los políticos que controlan
nuestras sociedades hemos estado pensando tan solo en el corto plazo y hemos
derrochado a diestra y siniestra. Cuando nací (1981) el mundo era más
igualitario, el clima más tranquilo y la población mundial era de 4.5 billones
en vez de los actuales 7 billones. Estos números debieran aterrarnos a todos,
en serio, no solo es un aumento de un 50% tan solo desde que nací, sino que la
humanidad demoró millones de años en alcanzar un solo billón, hasta el 1800
para ser más exactos, pero sólo 127 años en el segundo (1927), seguido de 33
años para el cuarto (1960) y tan solo 14 años para el cuarto (1974). Desde ahí
no hemos fallado en lograr otro billón de personas cada 12 años, en 1987, 1999
y 2011. En suma, millones de años en alcanzar un billón, poco más de 200 años
en multiplicarlo por 7!!! Hoy se estima que la humanidad consume 1.5 veces lo
que el ecosistema es capaz de producir, por lo que estamos a ciencia cierta
derrochando la herencia que millones de años de evolución han construido para
nosotros.
Hoy nuestro
impacto sobre el ecosistema que nos mantiene es enorme. Aun así 200 años siguen
siendo difíciles de abarcar en nuestras limitadas mentes y nos acostumbramos,
un día a la vez a prácticamente todo. Así lo que antes hubiera sido impensable
hoy se considera normal y lo que hoy es impensable será considerado normal
mañana. A pesar de nuestra frágil memoria los cambios son evidentes y cada vez
más rápidos y debieran tenernos más preocupados.
Es cosa de
comparar las historias de mis abuelos con nuestras realidades actuales. Mis
abuelos vivieron en una casa grande, salían a pescar y cazar y siempre volvían
con algo, mientras que mi abuela iba a la playa a mover un poco en los pies en
la arena para encontrar machas. El smog no había sido inventado y a nadie se le
ocurriría ponerse cremas para protegerse del sol. Hoy no hay machas en la playa
y los intentos de mi viejo de que lográramos pescar fueron más bien fútiles (http://www.ted.com/talks/daniel_pauly_the_ocean_s_shifting_baseline.html).
Mientras tanto el factor 40 es pan de cada día, no parece que pase un día sin
que haya otra catástrofe climática en algun lugar del mundo y el smog ha sido
parte de nuestras vidas por décadas al punto que cada vez que llueve nos
sorprendemos de lo cerca que están las montañas.
Y todo esto
no es más que nuestra propia experiencia anecdótica, lo que podemos observar y
recordar como limitados individuos. Los números y la ciencia son mucho más
crudos tanto al estimar que más de 10.000 especies desaparecen cada año,
(http://wwf.panda.org/about_our_earth/biodiversity/biodiversity/)
y que cada año estamos batiendo récores en temperatura global, número de
catástrofes climáticas, etc. En el fondo, estamos causando un desastre
ecológico nunca antes visto, cuyas verdaderas consecuencias no creo podamos
siquiera comprender. Peor aún, no sólo no hemos reaccionado a tiempo, sino que
no parecemos estar reaccionando en absoluto.
Sustentabilidad
En todo
caso, ¿Por qué mencionar el tema ecológico en medio de un ensayo sobre pobreza?
Bueno, porque si de síntomas de pobreza se trata, este es uno de los
principales. No solo causa enormes daños materiales (una pérdida neta e
inmediata), sino que nuestros bienes se encarecen y vuelven menos diversos,
mientras que nuestra calidad de vida disminuye. Si de lograr maximizar la
felicidad humana se trata, tenemos que pensar en las personas que vendrán
mañana tanto como en las que viven hoy.
Aquí es
cuando la entra en juego la famosa sustentabilidad, es decir, nuestra capacidad
de vivir bajo los límites que la naturaleza nos impone, de una forma que pueda
sostenerse indefinidamente en el tiempo. El problema es que estamos
acostumbrados a idolatrar un concepto muy distinto: el crecimiento. Nos han
dicho que el crecimiento no solo es positivo sino indispensable, cuando la
realidad no es así. Ciertas formas de crecimiento son
deseables (como el crecimiento en productividad), pero la mayoría representan
tan solo un beneficio en el corto plazo, con un costo mucho mayor en el futuro,
algo parecido a un crédito. Espero haberlos convencido ya de que hoy estamos
hasta el cuello con los créditos tomados por nuestros padres. Así como un
crédito financiero, el crecimiento debiera ser considerado una herramienta más,
con pros y contras a ser evaluados y reevaluados de acuerdo a las necesidades y
a las posibles consecuencias. Y es que pocos entienden que crecimiento
constante y sustentabilidad son incompatibles por definición. ¡He conocido
gente que está a favor de ambos!
Otro
problema con la sustentabilidad es idéntico al de la desigualdad, las responsabilidades
tampoco parecen estar distribuidas como corresponde. Si otros se vuelven más
responsables entonces la necesidad de que YO sea responsable disminuye. Asimismo,
si los beneficios del crecimiento los obtengo yo pero los costos los pagamos
entre todos, me conviene crecer. Y es así como caemos en la tragedia de
los comunes, con los países disputando quién debiera hacerse
responsable sin que nadie quiera sacrificar sus propios intereses por el bien
común. En la economía, algunos han llamado a este fenómeno "privatizar las
ganancias, socializar los costos". Es un fenómeno humano bien estudiado y
profundamente lamentable, cuyo equilibrio de Nash en este caso garantiza que
todos alcancemos la peor situación posible. Espero que si la humanidad
desaparece la siguiente especie en evolucionar inteligencia (si alguna
sobrevive) descienda de las abejas o las hormigas.
Kant
postulaba un acto era moral, si al realizarlo desearía que todos hicieran lo
mismo (https://en.wikipedia.org/wiki/Categorical_imperative).
Sin entrar en una discusión filosófica profunda, pues hay muchos otros
postulados interesantes, creo que esta es una buena guía práctica. No puedo
matar porque no me gustaría vivir en un mundo donde todos mataran. Asimismo, no
puedo botar basura pensando que total otro va a recogerla, porque podemos
imaginar el resultado si todos decidiéramos botar basura. Al final, actuar
moralmente implica asumir mi parte de responsabilidad sobre los intereses de
todos y actuar en consecuencia, sin tirarle la pelota a otros. Es esta la razón
por la que considero inmoral decidir tener más de dos hijos, porque es
insustentable en el mediano plazo y entiendo las consecuencias de semejante
acto si todos siguiéramos ese camino. Puedo ver además que ese fue en efecto
uno de los grandes errores de nuestros padres y gran parte de la causa de que
estemos donde estamos. El mismo principio moral aplica a todo lo demás que he
mencionado.
La destrucción
Otra cosa
que debiéramos evitar a toda costa es la destrucción de los bienes que tanto
nos ha costado construir. A veces un poco de destrucción es necesaria, por
ejemplo al renovar una casa, pero en general es un derroche triste y estúpido.
No dejo de pensar en esto cuando veo un grafiti en el muro o cuando recuentan
en las noticias los daños de esta u otra protesta. Tampoco puede evitar ese
sentimiento de intensa frustración cuando veo noticias de guerra y como muchos
parecen ver en ella algo glamoroso o heroico. En mi humilde opinión, la
destrucción en sí misma, tanto a nivel individual como colectivo, debiera
ser considerada como el mayor pecado en cualquier religión y en cualquier
sociedad. Si la felicidad humana es nuestro objetivo, ¿qué sentido
tiene luchar por dar un paso adelante si luego estamos dispuestos a dar dos
para atrás?
4. En suma
De las 3
secciones anteriores, podemos concluir:
·
Tenemos
la capacidad de crear enormes pero no infinitas cantidades de bienes
materiales.
·
La
caridad tiene un rol y todos debiéramos pensar en cómo afecta nuestras propias
vidas, pero no es la solución final, ataca un síntoma.
·
A
final de cuentas si queremos mejorar la calidad de vida de las personas es
importante entender que es mejor ser pocos y felices que muchos e infelices. H
·
Hay
que asegurar que la repartición del bienestar sea justa y equitativa, pero no
idéntica.
·
Derrotar
verdaderamente las causas de la pobreza y del sufrimiento humano requiere ante
todo que el hombre evoluciones más allá de su mirada cortoplacista, egoísta y
destructiva, solo entonces estaremos en posición de construir. Lamentablemente
estas posiciones están en nuestros genes mismos: son limitaciones físicas,
mecanismos de supervivencia, etc. La única forma de lograr estos objetivos es
siendo constantes en educar a las personas y difundir estas ideas.
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