Monday, February 6, 2012

Lo que vale la pena


La vida es corta. Puede parecer un pensamiento enormemente trillado pero no por ello deja de ser un hecho, y menos aún un hecho que podamos darnos el lujo de ignorar.  Sin embargo, es demasiado fácil ser conformista y ver los días y las semanas pasar volando sin casi darnos cuenta. Estamos, irónicamente, demasiado ocupados o demasiado preocupados como para pensar en estas cosas. Y es que poco sabemos a dónde vamos y poco nos preguntamos quiénes queremos ser.

Hace tiempo que pensaba abordar este tema, pero es un tema difícil. Yo tampoco sé, en todo momento, a dónde voy o qué tengo que hacer para llegar allá. Pero en fin, la vida carece de recetas, ¿o no? Pues, no. La verdad es que la vida está llena de recetas, está de hecho colapsada por más recetas de las que cualquiera puede seguir en una sola vida y es tal vez por lo mismo, por no existir LA receta, que dejamos la misma pregunta de lado. Sin embargo, creo que con el tiempo he llegado a tener una noción, probablemente incompleta e imperfecta, de cuál es MI receta. Y este post no es nada menos que mi mejor intento de poner todo junto en algo que ojalá haga sentido, algo que sirva para recordarme de cuando en cuando el camino y, quien sabe, tal vez para que otros puedan encontrar el de ellos. Y si de caminos se ha de hablar, tan solo hay un lugar para empezar:

“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.”

Antonio Machado

“Pero, caminante sin camino,
no seas hombre errante,
no te falte aparente destino.
Pues si de estelas se trata,
como te dirá cualquier marino,
siempre a puerto han de apuntar.”

Yo

Y es que el poema habla hermosamente de la melancolía del tiempo pasado y de la incertidumbre del tiempo futuro, pero de alguna forma me hace imaginar al hombre perdido en la vastedad del océano, sin ruta y sin motivo. ¿Somos acaso ese caminante? Quisiera no serlo y el mejor verso, el que fue hecho canción, es aquel que indica que se hace camino al andar, que al final depende de nosotros dar un paso tras el otro y trazar nuestra propia senda. Pero lo primero, a mi entender, es saber a dónde vamos…

Lo primero que quisiera obtener en la vida es algo obvio: la felicidad. Pero algo de introspección me hace pensar que la felicidad del momento no es lo único. No importa cuántos panoramas arme siento que nunca podré llenar mi vida de entretenimiento lo suficiente como para evitar los momentos de vacío en el medio. Ninguna playa, por soleada que sea, ninguna fiesta, por loca o colorida, va a ser capaz de llenarme por completo. Y es aquí donde creo que muchos fallan, en no darse cuenta de que, por placentero que resulte, el entretenimiento y la felicidad no son lo mismo.

Es en mi vida importante poder en efecto volver la vista atrás y ver esa senda que nunca de nuevo he de pisar. Es entonces que me doy cuenta que las huellas no son las mismas, no pertenecen al mismo caminante, pues en verdad cada paso cambia al que camina en alguien más. ¿Alguien mejor? Ahí radica, para mí, una respuesta. Creo que mi felicidad está en poder ver que es lo que las huellas han dejado en mí, poder tal vez darme cuenta de que estoy contento con quién soy y de lo que he hecho. De poder compararme con ese caminante del pasado y sentir que, tras tanto caminar, ha avanzado.

Y es que he descubierto que no han nada más desalentador que mirar atrás y darse cuenta de que no hay nada cambiado, nada que contar, nada nuevo. La marca de una vida rutinaria, literalmente, sin penas ni glorias. Nada peor que no ver a alguien en semanas o meses y que la pregunta “¿Qué es de tu vida?” no traiga ninguna imagen a tu cabeza. Y sin embargo, es tan fácil dejar que ocurra. Y es que existe al parecer la vida misma no parece estar constituida por segundos o minutos, sino por experiencias, vivencias y aprendizajes. Creo que podemos hablar entonces, ingenierilmente lo sé, de “densidad de vida”, y medirla en unidades como “vivencias/minuto” o “aprendizajes/año”. Y es que al final, aunque el tiempo pasa igual para todos, algunas vidas son mucho más densas que otras…

Quisiera también poder mirar atrás y ver que mis huellas se han cruzado con las huellas de otros. Más aun, quisiera que al juntarse ambas huellas, en vez de seguir impasibles, hayan tomado un mejor curso. No sé si esto calza con el mítico “deseo de trascendencia”. No pretendo que la historia me recuerde. Probablemente pasadas unas cuantas generaciones hasta mi propia descendencia va a pensar en mí tan solo como un nombre más en el árbol genealógico. No, ninguna estela dura mucho en el mar y puedo aceptarlo. Lo que quisiera es que en algún momento y lugar, tal vez ahora mismo, tal vez años después de haber muerto, alguien se acuerde de mí con una sonrisa en el rostro o con agradecimiento en el corazón.

Hay una cosa más, y es que mirar atrás no requiere esperar a que nuestros días se acaben, más aun, puede ayudarnos también a mirar adelante cuando aún es tiempo. Hoy no tengo certeza de que me depara la vida, nunca voy a tenerla, pero sí puedo decir que sé que estela quiero dejar. He ahí mi camino y las cosas que he descubierto. Mi vida ha sido corta comparada con mis abuelos, pero larga comparada con el hijo que, incidentalmente, está por nacer. Suficientemente larga al menos como para mirar atrás y darme cuenta de que mi vida, si bien imperfecta, ha sido densa, de que creo haber dejado una pequeña huella en unos pocos y de que, indudablemente, soy feliz.

1 comment:

  1. Difícilmente es no relacionable tus palabras con el último libro de Eliyahu M. Goldratt, "The Choice" ("La decisión" en español) que trata básicamente de la elección de vida.
    Una vida fácil es, redundantemente, fácil de conseguir, como dice Goldratt, con un buen garrote en la cabeza y te servirán la comida en la cama o en una silla de ruedas por el resto de tu vida.
    Una vida plena es lo que plantea Goldratt. Y para ello, plantea conceptos como:
    - Dejar de creer que las soluciones complejas son las correctas. Que todo (toda persona, toda situación, toda relación, toda organización, todo problema, todo dilema,.... en fin todo) tiene una simplicidad inherente, que hay que buscarla sacándose la venda de las soluciones rebuscadas y complejas.
    - Dejar la estúpida y muy arraigada costumbre de culpar a otros por las situaciones que ocurren, y tomar el control. Ser el protagonista de las decisiones que gatillan las situaciones de tu alrededor.
    - Entender que todo (idem)tiene un punto armónico que hay que buscar y lograr.
    Según yo la vida plena es tras lo que hay que ir, y si en algún momento me ven en búsqueda de algo diferente, por favor háganme la pregunta si quiero una vida fácil con un garrote en la mano.

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